Desde
la sección sindical de UGT, una vez finalizado el ERTE que TRI ha aplicado a
los trabajadores y trabajadoras, queremos manifestar nuestra valoración sobre
el desarrollo del mismo:
Una
vez más, ha quedado demostrada la incapacidad de la Dirección de Empresa para
tomar decisiones acertadas, ya que, en vista del escaso uso que se ha hecho del
ERTE, está claro que ha sido mayor el gasto generado en la tramitación del
mismo que las ventajas que TRI ha obtenido con él y lo único que se ha
conseguido ha sido perjudicar a los trabajadores y trabajadoras afectados.
Por
eso, la sección sindical de UGT, ha solicitado a la empresa que abone el dinero
perdido, a todos los trabajadores y trabajadoras que han tenido que ir al
desempleo, hasta el 100% de su salario.
También,
una vez más, ha quedado demostrado que es prácticamente imposible frenar un
ERTE por la vía de los juzgados, ya que, a pesar del escaso uso que TRI ha
hecho de él y, a pesar de haberse aportado estos datos al Juzgado, se han
perdido tanto la sentencia inicial como el recurso posterior y, lo que es peor,
ahora la empresa tiene un dictamen de los tribunales en el que le dan la razón
y le confirman que sí existían causas suficientes para enviarnos al desempleo.
Estaba
claro que, ni la Inspección de Trabajo, ni los jueces, le iban a impedir a la
empresa hacer uso de una herramienta, como es el ERTE, que la ley proporciona a
los empresarios para que hagan frente a los problemas con los que puedan
encontrarse. Ya habíamos tenido dos experiencias anteriores ¿necesitábamos la
tercera?
Por
eso, creemos que no fue acertada la decisión que tomó la mayoría del comité de
empresa, formada por ELA Y LAB, de no negociar las condiciones del ERTE, ya que
lo único que se ha conseguido ha sido perjudicar a los trabajadores que han ido
al desempleo, que han sufrido una pérdida importante de su salario, sin que
ello haya servido para protegernos en el futuro.
Los
que no quisieron negociar, decían que era porque nos podía perjudicar más
adelante, pero ¿qué nos perjudica más, una negociación en la que dábamos (y
quedaba escrita) nuestra opinión contraria a los argumentos que aportaba la
empresa o una sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco en la
que han dado por buenos todos esos argumentos? ¡Pensadlo!